jueves, 17 de junio de 2010

Instantes altisonantes:

Cada mañana entre caminos
Caminares polvorientos y desterrados
Sus muros, puertas y rostros
Memorias y olvidos
Todo confinado de la terrenalidad desdibujada
vaticinante

Cada reproche, embuste y enseñanza
Todos me rememoran devastación
Desde el exconventillo pobre
Roído y corroído por traición y tradición
Por las plagas del tiempo

Cada tallado de amoríos
En los muros nostálgicos
Epitafios evocativos
Una nostalgia que subyace
Al vestigio difuminado entre túmulos

Donde las estepas sobresalientes
Deslindan colindantes
A la inmensidad del barro y la hojarasca
y se impregnan en lo fantasmagórico
En los espacios impacientados y enajenados
Por lo inexorablemente diseminado entre los vientos

El pedregal ausculta conmiserado
Con cieno en sus entrañas y evoca
Cada estremecimiento
Sus caídas y demoliciones
Sus alaridos demoledores sin canciones
La aciaga nueva y la despedida

Los impredecibles minutos azotadores
El presente y sus achares del pasado, cazadores
Le han turbado el remanso de añoranzas
Abatido por el cansancio de sus líneas acaecidas
ente vahídos y un frío avasallador, el exitismo y sus emisarios
Le han dado fecha a mis horas y horas a sus años.

domingo, 13 de junio de 2010

evocando las postrimerías de mi estancia

Cavilando entre sumideros agónicos y desahuciados
Sin otra inspiración que la frustración y la amargura
En un cubil exasperante e inútil lleno de tempestades
En el regazo intrépido de un cántaro gélido y travieso

Huyo del tiempo con una daga inmaterial
que atraviesa mis entrañas ensañándolas
Batiéndolas entre la sima y la cima
Se avecinan sus esbirros contemplativos
aquellos que ven la muerte por ventanas trepadoras


y aunque mi existencia sea una muerte pausada

mi camino es sarmentoso y promete
El candil de lo desconocido
Un arrullo verdadero y una fantasía ilusa
Una voz invasora como una hoz intransigente

Mis ojos amordazados y victimarios
Opresores y medrosos
Son los sosias de los tuyos
distantemente avasalladores

me voy invisible y alejándome despacio
despidiendo la oscuridad imbuida en mi pasado
las afrentas y la incineración de las diferencias
la única raigambre de mi espíritu eres tú

aunque el retorno sea vacío y tu estela indeleble
partiré con la cantinela atada a ti
sibila eres el presagio más límpido de mi fuego palpitante
por el fulgor de mi corazón trémulo y desvencijado
siempre me despido.-

viernes, 26 de febrero de 2010

Desenlace

un volantín yace cayendo por los tejados
errante y errado
ya no es más que una ilusión resquebrajada
un sueño imperecedero

realidad reticente
volantín seudoesquelético inframortificado
pérfido y amortajado
no es más que el vestigio de una historia
f a n t a s m a g ó r i ca

adiós.-

miércoles, 24 de febrero de 2010

Ataduras del libre albedrío y la atribulada incertidumbre:

Conjeturas irracionales
Sentimientos
Una corazonada acorazada
Mi tormenta celebra
Arrecia y amaina
Multidireccional y mística

Multifuncional y multifactorial
La alcazaba me espera subterránea
Subterraquea como la verdad impoluta
¿Es un castigo o son laureles?
¿Un hechizo o un engaño?
No importa


Son una estocada de páginas en blanco
Llenas de blasfemias fervorosas
De mi corazón descalzo y próximo
Ese que baja las escaleras de mis submundos
Se interna en el bosque de mis entramados discordes
Por ti

Por ti y tus ribetes artísticos
Tus elusivas voces crepusculares
Los feroces matices y las polimorficas constelaciones
De aquellos marsupiales que me observan distantes
Mis pulsaciones se vuelven canciones
Junto al clamor de mi pecho y la dislocación de nuestros pasados

Serena y lúcida
No puedo apartarme

tu rostro es impasible y contagioso
tanto que me constata turbado
sin despedirme
sin dejarte cuando junto a ti me siento
Despidiendo al eco negligente y voraz
Para que las jornadas amorosas puedan ceñirse
Sobre los nuevos días hacia los ocasos últimos.-

Búsqueda vital

Todos los caminos se han ahogado en el lamento sin fenecer; ese grito sórdido y esperanzador, quizás las respuestas encuentres, tú liberada, sin estos males, más allá de los mares, donde las sombras no nublen tus ojos ni acorten tu visión, quizás tu les encuentres como linde exhumada por mausoleos de otros mundos.

La búsqueda en las batallas internas
en los nubarrones pasionarios
en fariseos incautos y prendados
en bosques y en mis pisadas


en mis bufas algo trémulas e ilusas
tan incorregiblemente presurosas
incontrolables y filantrópicas
todas y ninguna

en idearios escritos como susurros
y murales en gritos
todos abismales cruzan el abismo fragmentado
me huyo y me reniego y te atrapo

te atrapo tarde y busco
es tarde
me decaigo para levantarme
todo tan final como en un comienzo de ensueño
sin bisuterías voy a refrendar
la ofrenda a la verdad y al culto cercenado

a la merced y a la vuestra
¡so! atesorada
quiero desacirme de las cien iras
para ver tus ojos amanecer
en el silencio de lo inacabado
en el vacío de lo mutuo.-

Otro tiempo para lo simbólico





Antes que asfaltados se vuelvan los mares
Antes que mi amor se disipe
Durante los portazos y las rabietas
Luego de las humoradas burdas
Luego De la sequía de la conciencia
Más allá estoy oculto

Oculto y esquivo
Antelado y ecuánime
El musgo escurríase por la decencia
sólo entonces cuando las olas quedaron sin vaivén
Y el viento sin aire
 la verdad  universal jadeó sobre el deslinde de lo desposeído

martes, 23 de febrero de 2010

Ribetes necrosados




En un patio de parrones e higueras suena y resuena el serrucho
De filo tan delgado como el que separa la justicia de la infamia
Su hoja cortante cautiva mi esperanza panorámica
Tan tersa, tan flexible como sanguinaria terca

Hordas de fehacientes corpúsculos rojos se amalgaman con el acero
Mi mano incauta acerca sus intenciones al témpano gris
Pero el serrucho insensible, sigue envistiendo a los maderos
Mi dedo se posa como mariposa en un tablón maltrecho

Al serrucho poco le importa la caída del ingenuo
Ahora carnívoro deja escindido al dedo en polos adversos
La mariposa se ha marchitado, sólo se observa el triciclo
Entre alaridos pavorosos todos corren y yo me callo mientras
Escribo con el dedo en la cara de mi padre difamando silente

El serrucho cayó abatido por el brazo de su invocador
Mi mano ensangrentada serena mira metamórfica
El dedo ya no es más que un par de hermanos irreconciliables
Putrefactos evasores del averno quieren volverse nobles

Todos me acompañan en la hora sangrante, siempre y nunca
Para decirle adiós a mis carnes afiebradas que se oxidan
luego de cubrirse con el manto sarroso el agonizante índice
Dándole el parte de defunción por adelantado
Necrótico y digno de antropofagia unánime


Mi dedo nostálgico pide deforme que mañana sea ayer
El caos rodea el enrarecido aire circundante al índice
Moscas y lombrices abundan cobijadas por el vendaje ígneo
Mi extensión póstuma duerme con el enemigo
Hoy ha muerto en mí la fastuosa curiosidad.-

sábado, 20 de febrero de 2010

NINGUNEADO SIN FRONTERAS:


El libertario apátrida






El fenecer y la estocada del recuerdo:

No importa como comencé, ni como nací ni en donde, ni siquiera mi nombre el cual he olvidado, nada de eso importa ahora, solo importa lo que ocurre hoy, he abandonado lo que arraigo conmigo no tenía, mi mente ha borrado todos mis recuerdos para dejarme viviendo entre centelleantes momentos fugaces, así es como vivo.


Creo haber vivido en una gran ciudad, llamada Dalaran, mi ascendencia se remonta a una casta de magos,aunque, yo nunca aprendí magia por más que mi padre me obligaba a aprenderla, algunos trucos aprendí que hasta hoy me sirven para escabullirme y para mis artimañas, nada más lejos de ello es lo que sé, mi padre era un mago excéntrico y retraído, mi madre fue una mercenaria que vivía de los asesinatos por encargo y una mujer que tomaba la justicia por sus manos, cuando mi madre me lo contó, mi padre estaba escuchando la conversación, fisgoneando sin que nadie se diese cuenta, así fue como cobró venganza, su brutalidad y su gran orgullo frente al secreto que guardábamos mi madre y yo le llevó a dar muerte en un acto cruento y sanguinario, dejando atrás su vida común.

...YO TRATÉ.. yo reaccioné a sacar la daga envenenada de mi madre, pero una saeta mágica me hizo perder la mayoría de mis recuerdos, ni siquiera puedo recordar su rostro, lo único que me queda de la bastarda historia de mi familia es el rostro de mi madre y el resentimiento contra el mentecato y femicida de mi padre, luego todo era nebuloso hasta que me encontré en un bosque, tendido a la merced de la naturaleza, a espaldas de un río, a mi lado había una tumba, parecían los preparativos para mis exequias, solo pude escaparme gracias a la ayuda de unos forajidos que pasaban por el lugar, ellos me ayudaron a escapar con el juramento de ayudarles en sus fechorías hasta que a mi padre muerte le diese.





Así, mucho me relataron del mundo, nosotros en sus fauces, entre las historias de cataclismos y desventuras, guerras y pestes que azotaron al mundo y que luego se hacían cuentos populares para el entretenimiento, algo de risa me dió cuando me contaron sobre el azote y sus hazañas, era digna de admiración sus fechorías y estrategias poco leales, como su naturaleza.


Luego de viajar meses junto a estos facinerosos fui aprendiendo su arte, robar, el matar sin dejar rastros, el modus operandi de un criminal sigiloso, poco a poco adentrándome en las puertas del destino, convertirme en uno de ellos, un pícaro hábil, sin identidad, sin ataduras y sin recuerdos, lo indicado para fortalecer mi espíritu que otrora yacía horadado por las malas experiencias y el odio, renacía como uno más sabio y sereno, uno capaz de soportar los apremios de la adversidad y afrontar sin miramientos lo que pudiese ser su final, con cada asesinato me hacía más intrépido, ocurría que con cada asesinato que cometía, me venía un nuevo recuerdo a mi mente horadada por la violencia y el pasado traidor, cada muerte era un nuevo recuerdo, lentamente, se me hacía compulsivo el recordar, debía recounstruir mi pasado para volver y terminar con la vindicta.

La verdad era que nunca me importó mucho lo que fuese a ocurrir con mi raza, de hecho, no me siento clasificado dentro de una raza en común, para mí la horda y la alianza no eran más que pretextos para palear con la naturaleza de criaturas desalmadas o perniciosas al mundo, en frente de tanto odio irracional, nada más podía hacer que disfrutar de cómo la sangre fluía por los ríos o circundar los caminos para robarle y matar a gente que nada cambiaría el curso de las cosas, era un ser que creía en cosas olvidadas, en cuestión, cosas que la guerra había destruido.
Allí, en una de las montañas Alterac, en las cercanías de una colina me ungieron como el líder de la banda de pícaros que ya tiempo venía junto a ella demostrándo mi valía y lealtad, pues tampoco era muy grande, tampoco era el más fuerte, pero había esperanza, había amor fraterno y un profundo sentido de camaradería, mis colegas me daban motes y eso me tenía contento, aunque me dijeran el vengador o el libertario.

Acampamos unos días allí, para emprender camino hacia el sur de las tierras del este, habíamos escuchado rumores de que las riquezas más grandes de los siete reinos humanos se encontraban en la ciudad de Ventormenta, por ello nos dirigíamos hacia sus alrededores a paso constante, nuestros caballos eran viejos y ya estaban cansados, así que los perdimos en el cruce de un río, sus patas quedaron en el fango y fracturadas solo nos quedaba correr hacia el pueblo más cercano.
Pasamos aserraderos y pueblos vacíos, en uno de ellos tuvimos un buen botín, habíamos saqueado muchas veces, pero, nunca habíamos logrado encontrar algo que valiese la pena, yo pude encontrar una gran capucha de cuero, parecía encantada porque de ella extrañas luces emanaban, mis compañeros temerosos de alguna maldición se rehusaron, así que en mi poder quedó y según los rumores era una capa de algún mago olvidadizo o de algún mercader con pertrechos de sobra, muchos mercaderes intentaron comprar mi capucha, pero dentro de ella coexiste mi cuerpo, creo que me dá el anonimato que necesito.

Entre tantos caminos y viajes, solíamos estar exhaustos, hasta que un día invadimos un pueblo cercano a Villa dorada, no tenía más de diez habitantes y de algunos caballos, este pueblo no era más que unos establos y unas norias que fueron el cementerio de los desafortunados que se cruzaron en nuestro camino.
Fue aquí donde despertó mi brutalidad y mi instinto asesino, comenzamos con las autoridades, uno a uno se les fue despojando del último aliento, sin vida sus cuerpos fueron colgados como estandarte, para no levantar sospechas, decidimos no prender fuego como acostumbrabamos a hacerlo, era una especie de compulsión, algo que me entregaba una pulsión vital, cada muerte, cada asesinato, entre más violento y despiadado era, el espesor de la neblina que lograba calar en lo hondo de mi mente, parecía menguar, podía recordar. Cada magullado, trepanado o decapitado frente a mis ojos, era el reflejo del desconstructivismo que estabamos ejerciendo junto a mis camaradas, luchabamos bajo una consigna, no eramos terroristas, luchabamos por lo que creíamos justo.
Fuera de las iniquidades y la terrenalidad del mundanal y el limitado mundo y la concepción tradicionalista de aquellos gandules y pelafustanes que dirigían al resto de la gente y la sumían entre la desidia cultural y el populismo disfrazado de honor.

Allí entre la matanza fue cuando recordé que mi padre llevaba una túnica bordada con el nombre de “Arathor” y había publicado un libro sobre hechizos y usos prácticos de estos, fue de los que aprendí a usar magia básica que luego negué y que actualmente uso para hacer trucos por entretención, encender fogatas, ocultarme rápidamente o bien abrir cerraduras, mi gran habilidad junto a la de robar mientras paso entre las multitudes.

Luego nos alejamos del bosque de Elwynn para internarnos en unas praderas contiguas en donde tuvimos una emboscada por parte de unos guardias, ahí perdí a dos compañeros de los seis que formábamos la hermandad, se sacrificaron como los veteranos para dejar vivir a las nuevas generaciones, muriendo como camaradas ante la masacre de que los guardias nos propinaron, caímos luchando codo a codo sin rendición alguna.

Luego de esa noche, todos comenzamos a actuar entre las sombras, con más sigilo que antes, más cautela, actuábamos en función de no ser descubiertos, habíamos aprendido el arte de las trampas y el engaño, era nuestro fuerte.

En la aldea llegamos como campesinos comunes para infiltrarnos por un tiempo para aprender medicina con el boticario, aunque solo aprendimos a curar nuestras heridas y a hacer veneno casero de potencia mediana, luego de eso tuvimos que matar al boticario para que poder sacar la llave que guardaba celosamente dentro de su oreja deforme, de esta manera pudimos acceder hacia las recetas sobre brebajes para mejorar nuestro vigor y otras para ayudar a nuestra labor.



Poco a poco, ganábamos experticia,ya no éramos más unos salteadores comunes, sino unos forajidos de tomo y lomo, con gran experiencia y astucia que había aprendido en sus más de cuatro años y medio de viajes y aventuras, aprendizajes y conocimiento, como también, habíamos encontrado la muerte y el olvido que reinó a nuestro alrededor, luego cuando llegamos a villa dorada mis camaradas se embriagaron en una de las tabernas, para colmo, hicieron líos y toda villa dorada les aborreció, hubo varios asesinatos esa noche, tuve que esconderme a sabiendas que mis camaradas habían sido muertos y uno que quedaba vivo era arrestado por la guardia de la zona.

Otra vez me quedaba solo, en la más absoluta soledad, las estrellas a mis espaldas me cobijaban bajo mi temple ardiente, era el cielo y la intemperie mi hogar.
Sin banderas de lucha, sin escapularios, sin fronteras, carente de tradiciones y rasgos identitarios, fue como las nubes se cernieran sobre mi capucha, a mis hombros la ferocidad de mis pasos, que sigilosos y mortales aguardaban a la hora de poder rescatar a mi camarada más talentoso, quien me heredó sus conocimientos y que se encontraba en la prisión de las mazmorras.




Decidí internarme en la civilización humana como un actor, pues iba a personificar a un civil nada más por utilidad, tenía los conocimientos para hacerlo pues alguna vez pertenecí a la nobleza de Dalaran, ahora soy un renegado en un reducto donde la mano de la maldad todavía no ha golpeado.
Me he infiltrado en el pueblo y todavía no levanto sospechas sobre mis dotes de bandido, pues como no tenía un nombre, debía inventar uno antes de que todo fracasase por culpa de una formalidad que poco me importaba. Me nombré como Cedrimor de Dalaran, me interné en el círculo de peletería porque allí había conocido algunos manufactureros que solo les importaba el provecho y el partido que pudieran sacarme en su taller, pues en Villa dorada había actuado cautelosamente, el licor no era una de mis aficiones, prefería fumar hierba o beber brebajes exóticos. Allí, en Villa dorada, llevo dos meses, aprendiendo el arte de la peletería, esto porque en mis viajes el más viejo del grupo era un desollador que vendía cueros y me había enseñado el oficio.
Nada me importaba demasiado, estaba impasible, las tragedias me eran parte de la cotidaneidad, pues para mí ya nada era más doloroso que el existir en un mundo establecido, limitado y violentista, me volví un indolente, que el sufrimiento le transformo en alguien cruel y despiadado que nada de empatía tenía, en donde las injusticias junto a las autoridades eran para mí una constelación de atrocidades y farsas.


Un día, no hace mucho, mientras circulaba por las inmediaciones y por las calles de Ventormenta para pedir trabajo, se me ofreció el confeccionar lonas para las celdas de las mazmorras, era mi oportunidad de ganarme la confianza de la guardia y el prestigio a través de mi esfuerzo, aunque mi actuación era muy disimulada, habían impulsos de frenesí que debía suplir, de vez en cuando, durante la noche recorría los bosques buscando borrachos a los cuales asesinar o a romper las normas en la lejanía de mis viajes, no podía perder mi legado indómito, entre las sombras, la luz de mi daga y el brillo de mis ojos impasibles acaecerán sobre mis víctimas, que serán despojadas de su aliento último.

Trepanadas son las lenguas que tengo en mi colección, es una bolsa muy preciada, es casi mi trofeo de guerra, están en un campamento cercano a Ventormenta donde hay unos malhechores que hacen sus fechorías como yo en mis inicios, en los caminos y contra los fundos, esa bolsa es mi más preciado símbolo, pues con él puedo reconocerme ante mis camaradas para aunar nuestras fuerzas, pues por cada víctima es otra que me engrandece.



Muchos escritos son los que tengo luego de pasar acompañado junto a un lápiz y un libro, en la mayor desolación confinado en un rol al que no pertenezco, no sé cuando duraré fingiendo mi sumisión hacia el régimen humano, aunque, ya mañana deba ir a seguir trabajando en las lonas, debía continuar, o sería demasiado tarde, la clariza me quitaba mi verdadero rostro y me prestaba otro nuevo, de la luz a mi rostro.-

jueves, 18 de febrero de 2010

The Scourge



We weren't waiting for you
don't misuse us your power
don't underestimate people's force
you can smite us
even kill us

But you will never finish
with what was started
you can't compell the unity
and there is one bad word for you
freedom
freedom falling underneath your tyranny
the chaos and love will punish you with anarchy

Someone who will



He will come to grief afterdays
He will wallow in the deepest darkness
One warsong will be heard
One from the people consciousness
and lightness will fall with the fallen ones

Remember as I remember that there is a reason
with high treason
that will never be forgotten


This is the regicide chant
the human beings understood the shout
before that murder
before that last scream

The earth will bruise us on time
and there is no more time
blasted are the lands that you step on
he will abandon his soul like a lonely one

One day he will have to run
away far away

The final warsong with your last hope
fate is long but it must come to an end
the aberrant spectres of the past
will leave us
and there is only a thing that will prevail
LOVE