jueves, 22 de enero de 2009

Cólera del salvajismo metálico

La salvaje irracionalidad del mundo deja encolerizado al forajido, al hombre sin ley y al individuo que se pierde en otros mundos, inevitablemente, buscándose sin encontrarse e ilógicamente volviendo al mundo ya pensado, siniestro y déspota que lo vuelve a empujar al abismo de los mausoleos profanados de la cuna de la arbitrariedad.


Es así como se percibe la turba enajenada,la que comienza a mecanizarse,
y va de rumbo en rumbo, errante y transformándose.
Cada vez con una gota más espesa de sudor,Muestra de robotización, esa gota que,
Prodigiosamente va tornándose aceitosa y corrosiva, que daña los torrentes de la razón, llamando a la vanidad desde el otro lado del espejo,insignificando vuestras consignas y el fuego eterno;



Para que en el futuro,Paulatinamente,y de forma premeditada,
Inexorablemente,y sin oposición se lleve a cabo la carnicería,con desparpajo y con el aliento ponzoñoso; antropofágico.
En revelaciones de fuego y sombra se observan, y se preparan los estandartes.Llamando a carrocerías y maquinarias, como tecnologías de muerte, mirando de reojo al incierto adversario, dueño de la incredulidad de la leyenda que nunca llegó,pero que hoy llega sin aviso.
la inocencia personificada y deleble como el niño que de rabia expulsa lágrimas iracundas y se congela junto al lecho de muerte al no encontrar una mano cálida que lo cobije; es así como el mundo se embadurna de rabia y de odio; Resentimiento iracundo del frenesí bárbaro de vuestros albores, creado por una suerte de caja de Pandora, menos mística y más burda, con propósitos exiguos de honor, la usura como siempre presente como el tormento que cae como granizo, trágicamente cobrando víctimas que van en busca de su displicencia, epitomando el pedregal, en nieve oscura.


La música de las cloacas va siendo el ambiente de la perversión que estamos siendo autores orgullosos y a la vez víctimas, estamos escribiendo el códice de páginas de marfil, lástima que tenga menor sentido que nuestra existencia, y a la vez la existencia del libro, Tenga mayor significado que la obra que está escrita en él, como testigo de opulencia de como se labran los campos minados regados de ambrosia, del amor que envuelve al clamor de vástagos para conjeturar la pasionaria visión, esta, conservándose; inteligible, de ojos blancos y espectadora de la enajenación del solsticio último que los vió vagabundear en busca de la sabiduría que no llega, y del bastión de honor, destrozado por el brazo de hierro de la alteración insípida, de engranajes, circuitos de serenidad y de profunda anhelación, pero de yerma morada, de mente estéril y corazón acorazado, exánime que yace sin vida, bajo el manto del sarro y del metal.

1 comentario:

Karen Hermosilla dijo...

excelente
barroco y tristemente cierto en la conjetura de lo incoherente.

lee a Pound

besitos