sábado, 27 de diciembre de 2008

Mjollnir: orbe impositora




Almenaras ardiendo, atalayas aguardaban, tambores resonaban y la algarabía se hacía parte del aire, que corría pavoroso, arrancando del destino.
El agua no era cristalina, nunca lo fue; y ahora menos, cuando ya no habrá cambios en el telar de las ancianas, luego la continuidad infinita, como vuestra estupidéz.
Las lianas y los pasadizos, las redes y los abismos, todo complotando para llegar al fin de los tiempos y al fin de la tierra, nada más queda esperar el barco que se avecina como vendaval, materializandose, pero incorpóreo, en nuestra vida, detrás de la mente, pasando por nuestros vitrales, saludando como el rayo, siempre errante

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