La sed de sangre que invade mis entrañas
Fluye por mi cuerpo recorriendo mis venas
Siento que los designios de la profecía falsa eran ciertos
Hasta el legado más próspero espera el caos
Ahora El tirano, a veces amable
Con la peculiar acritud que busca montarse
En nuestro patrimonio indómito
Avanza como montaraz, legua a legua cooptando la racionalidad
Todo maquina a toda máquina
Atormentando y rellenando nuestros corazones
Lo que más tememos, agrestes y oscuros días se avecinan,
Pero con frenesí debemos empalagar nuestras almas y encender la llama,
Esa, la errabunda metamórfica
Testimonio fiel de las conjeturas belicosas.
El sol que nos felicita con un manto luminoso y cálido cesará
Ya no será amable
Ya ha visto a la distancia el delirio de la naturaleza
Su camarada no es la misma de hace algunos milenios
Ahora encolerizado, arde, fulgura, se tizna
Entre zumaque y herrumbre el mausoleo yace reflejado en el firmamento vitoreando el cántico final
viernes, 20 de noviembre de 2009
La vida quiere vivir más
Tú y tu risa vencieron aquella de los victoriosos vítores
Que se encienden con el fulgor de un alma vana y pérdida
Calando los yermos desiertos
Aquél paraje que yace en el olvido de la existencia
Y que revive como un fénix en llamas cada ocaso primaveral
Aunque muchos inviernos pasen
Los crepúsculos no dejarán de mirar tu mirada
Nuestro amor no será profanado por los señores del asfalto,
los que predican la antipatía
Aquellos del zanjón mundano, del escatológico brillo sepulcral.
Cuando hablas con tu mirada llenas mi perdición
La oscuridad de mi existencia es luz
Estamos juntos
Érase un letargo travieso,
Una expiración insondable de recuerdos
Allí estás tú con tu rostro afable y te observo; siento
Te busco por oriente y poniente exánime de vasta belleza
Me vuelvo junto al viento hasta el fin de los tiempos
Junto a ti
No ha pasado el día en que el viento no haya nombrado tu nombre
Diciendo con sutileza, te amo, ven a mí.
Que se encienden con el fulgor de un alma vana y pérdida
Calando los yermos desiertos
Aquél paraje que yace en el olvido de la existencia
Y que revive como un fénix en llamas cada ocaso primaveral
Aunque muchos inviernos pasen
Los crepúsculos no dejarán de mirar tu mirada
Nuestro amor no será profanado por los señores del asfalto,
los que predican la antipatía
Aquellos del zanjón mundano, del escatológico brillo sepulcral.
Cuando hablas con tu mirada llenas mi perdición
La oscuridad de mi existencia es luz
Estamos juntos
Érase un letargo travieso,
Una expiración insondable de recuerdos
Allí estás tú con tu rostro afable y te observo; siento
Te busco por oriente y poniente exánime de vasta belleza
Me vuelvo junto al viento hasta el fin de los tiempos
Junto a ti
No ha pasado el día en que el viento no haya nombrado tu nombre
Diciendo con sutileza, te amo, ven a mí.
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